jueves, 18 de diciembre de 2008

La Musa de la Biblioteca

Aquí viene la "sorpresa", el viernes pasado me presenté a mi primer concurso literario... quería esperar a saber el resultado, pero me adelanto, ya os diré cuál ha sido... Espero que os guste...

"Cuentan las malas lenguas que la vieron vagar por las calles de Madrid tiempo atrás. La verdad, su verdad, era que desde que había perdido a su marido se encontraba sumergida en un estado de inconsciencia que no le permitía establecerse un futuro, ni siquiera un presente. Su rutina se basaba en permanecer en cama hasta bien entrada la tarde, debido en gran medida a la somnolencia provocada por el vacío instaurado en el lado derecho de la cama. Un vacío que no conseguiría llenar nunca. O eso era lo que pensaba por aquel entonces.

Cada día se repetía la misma historia, el mismo final. Despejarse de los malos sueños le costaba demasiado, aquellas pesadillas le dificultaban mucho el dormir, por miedo a verse al otro lado, en alguna parte, llorando su ausencia; o lo que era peor, verle a él, haciendo alguna de las actividades que solía hacer en vida. Ese mismo miedo era el que le hacía despertarse repetidas veces a lo largo de la noche para descubrir que lo que estaba viviendo no era más que un sueño; un sueño demasiado esperado.

Cuando por fin conseguía levantarse, se limitaba a engañar a su estómago con cualquier comida rápida que encontrase en la nevera. La verdad que ya ni siquiera dedicaba tiempo a cocinar; su marido se había llevado con él todas sus ilusiones, todas sus ganas de hacer cosas, incluso su paciencia para dedicar horas y horas innovando recetas. Ya no tenía sentido, pues ya no tenía a nadie a quien cocinar; él nunca más probaría sus recetas. Esa dejadez era la causa de su pérdida de peso; ya ni siquiera se miraba al espejo para comprobar su estado; ya no le importaba su aspecto, ni siquiera su salud.

Sólo había un motivo para salir a la calle a diario, y ese era el paseo revitalizador por el Madrid de los Austrias, por aquellas calles por las que solían pasear juntos, cogidos de la mano.

Aquel 26 de noviembre, aunque ella no lo sabía, marcaría un nuevo comienzo. Dos horas eran las que llevaba caminando por las calles de siempre, buscando recuerdos, encontrando sonrisas, desprendiendo alguna lágrima también. Sin embargo, había algo en el ambiente que la impedía volverse a casa. En un momento dado, pasó por delante de una pequeña tienda de libros de segunda mano y una imagen se le vino a la memoria.

Un día del invierno anterior, habían estado juntos en ese mismo lugar; su marido se había detenido ante aquel escaparate al descubrir un libro que le llamó la atención. “Mi musa. Mi vida”. Ella no entendía por qué su marido se había parado y menos aún por qué sonreía mientras miraba unos libros, así que le dio un pequeño tirón de brazo para que continuasen con su paseo. Pero de repente él le dijo: “¿Sabes? Tú siempre serás mi musa, pues eres mi vida”. Ella soltó una carcajada frente a la cursilería de su marido, la cual siempre le sorprendía.

Hasta ese mismo 26 de noviembre no había vuelto a recordar aquella escena, pero allí estaba, de nuevo, frente al mismo escaparate, esta vez sola y con nuevos títulos expuestos delante de ella. Su mirada fue pasando por todos los libros, hasta que se detuvo frente a uno de ellos. “A ti, mi princesa”. Aquel título le provocó un vuelco en su interior, pues de repente era como si su marido estuviese allí repitiendo esas mismas palabras, mientras sus rostros se reflejaban en aquel viejo escaparate. Inconscientemente entró en la tienda y compró el libro.

Desde aquella tarde algo en ella cambió. Al llegar a su casa fue directamente a mirarse en el espejo roto de su habitación y vio reflejado lo que se asemejaba más a un espectro que a una mujer. Sus ojeras y sus huesos estaban más marcados de lo que lo estaban la última vez que consiguió mirarse en él. Entonces volvió a acordarse de su marido, de lo enfadado que estaría con su musa por haberse dejado tanto; y eso le causó una angustia que le hizo reaccionar. Aquel mismo día decidió empezar a cuidarse de nuevo, volver a cocinar. También pensó que los libros se convertirían en una forma de estar más cerca de su marido, ya que eran ellos los que lograban inspirarle a él, pues la lectura siempre fue su mayor afición.

Así, una nueva rutina llegó a la vida de Eva. Poco a poco fue perdiendo el miedo a enfrentarse sola a la noche y a soñar con él, fue consiguiendo aprovechar más los días y dedicarse a la escritura; escribiría un libro dedicado a su marido, pues él era su fuerza e inspiración. A partir de ese día, sus visitas a la biblioteca fueron cada vez más frecuentes, y así fue cómo se convirtió en “La Musa de la Biblioteca”, sumergida entre letras, puntos y comas."
FIN

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