domingo, 26 de julio de 2009

Altibajos dentro de un estado de felicidad compartida

Necesitaba desconectar y me ha bastado un solo día para redescubrirme pensando en ti, para volver a darme cuenta de que te quiero a mi lado, de que no soy lo mismo sin ti, de que echo de menos estar en tus brazos.

Pequeñas discusiones que no llevan a nada se empeñan en distanciarnos; discusiones que ni siquiera lo son porque no son más que distintas formas de ver y decir lo mismo. Situaciones que me niego a que se interpongan entre nosotros, a que me alejen de ti ahora que te tengo tan cerca.

Emociones a flor de piel constántemente.

Miedos, muchos miedos.

Miedo a que se acabe la chispa, a no saber reaccionar a tiempo, a no encontrar soluciones, a que estas sean pasajeras o no sean eficaces. Miedo a la distancia, a vivir sin el otro, a no saber hacer las cosas bien, a que todo se torne mal. Miedo a fracasar, a defraudar.

Miedos, y presiones, muchas presiones.

Presión por hacerlo todo de manera que guste al otro; por que todo sea perfecto. Presión por que todo sea como en un cuento, sin bajadas ni bajones. Presión no hacer daño, por sonreír siempre. Presión por no fracasar, por no defraudar.

Ganas e ilusión pausadas; pero no por ello menores.

Bloqueos. Agobios.

Saber que se quiere, pero no saber cómo hacerlo. Impaciencia por descubrirlo YA. Paciencia ansiada.

Y al final de todo, la misma conclusión de siempre:

Querer tenernos siempre. Quererte para siempre.


(PD: Todo esto debido a lo sucedido el jueves día 23 de julio)

martes, 9 de junio de 2009

¿Por qué no escribir de ti?

¿Por qué escribir de penas y corazones malheridos?
De llantos, de días grises, de cosas que cambiarías,
de deseos, de anhelos.

¿Por qué hablar del pasado?
De épocas que creíamos mejores,
de sentimientos lejanos, los cuales añoramos,
de personas que estuvieron cerca y ya no lo están,
de caricias que ya nunca más volverán.

¿Por qué no centrarse en el presente?
En el momento en que nos cruzamos,
en mi sonrisa resurgida de sus propias cenizas,
en el brillo de nuestros ojos,
en los abrazos, las miradas,
las palabras que intercambiamos.

¿Por qué no escribir de alegrías?
Del color de tus ojos, de la fuerza que me regalas,
del calor de tus abrazos, de mi risa nerviosa cada vez que me miras.
De los planes, de las ganas,
de la ilusión de estar contigo.


Y así podría continuar un buen rato
porque has venido para dar sentido a todo lo que no lo tenía,
para llenar mis días de alegrías.


Gracias, pequeño!

martes, 28 de abril de 2009

y de repente se hace de día

Paseas sin saber muy bien por dónde pisas, cuáles son tus pasos. Te arrastras, mentalmente, a tiempos mejores en los que te ves sonreir sin excusa aparente. Bajas por montes perdidos y te cuesta trepar a las nubes.

Sigues caminando, tu no te paras; esa es una de las pocas cosas que recuerdas que funciona; y no lo olvidas. Sin embargo, tus miedos van por delante tuyo, te impiden ver más allá de tus propios pies. Haces amagos por soltar una carcajada de vez en cuando para creerte más fuerte que ellos, pero cada vez que lo intentas te das cuenta de que ya no suenan como antaño, se han vuelto más monótonas, sin tantos altibajos; lo cual ya no sabes hasta qué punto es bueno o es malo.

¿Izquierda o derecha? Dudas; en ocasiones, incluso pierdes el norte. Por un momento decides olvidarte de todo, sumirte en un estado de vacío en el que ni sentir ni padecer, pero se hace imposible.

Recuerdas, y te preguntas qué te llevó a esa situación, por qué te sientes como si no tuvieras sangre en las venas, como si te faltasen tantas cosas, o te sobrasen exigencias. ¿Será cierto?, ¿te exiges demasiado?, si sólo quieres ser feliz, no puede ser tanto... Entonces comprendes que tampoco es que no seas feliz, sino que alguien se ha llevado esos picos de locura que antes te acompañaban, ese halo ilusorio que iba contigo a todas partes.

No comprendes nada; y, en un momento de despiste, cierras los ojos. Cuando los vuelves a abrir descubres que es un nuevo día, completamente diferente al anterior, aunque no sabes cómo ni cuándo se produjo ese gran cambio. No estás solo en el camino, mires dónde mires hay una persona que te anima a cada paso, es más, te muestra nuevas opciones que antes ni siquiera veías porque habías decidido ponerte una túnica que te impedía verlo bien, verte bien. Y, de repente, inconsciente del por qué, te descubres a ti mismo sonriendo, con ganas de enfrentarte a tus miedos, y te apetece hacer locuras...

Así que te lanzas, no lo piensas, ya habrá tiempo de dudar, ahora es hora de arriesgar.


[Estado actual: Arriesgando, cargada de ilusión y con la sonrisa puesta]

sábado, 28 de febrero de 2009

Otra gran pérdida...

Qué injusta es la vida...

No entiendo por qué las personas que más luchan por vivir, las que más disfrutan de cada pequeño detalle, aquellas que valoran como si fuesen lo más grande lo que para otros no es más que un momento más, son las que se tienen que morir antes, con toda una vida por delante; aunque también con toda una vida por detrás, eso es lo que os caracteriza, la vida que habéis tenido...

Dos pérdidas de dos seres muy grandes en menos de un año hace que te plantees muchas cosas, que te entren muchos miedos, pero también te hacen ver lo rápido que pasa la vida, que tenemos que aprovecharla al máximo y no pensar más de dos segundos el siguiente paso, porque quizá cuando quieras darlo sea demasiado tarde. Te entran ganas de hacer todo lo que quieres, pero a la vez hay algo que te frena por miedo a lanzarte demasiado deprisa y que te pase lo mismo.

Quisiera mandarte un abrazo enorme a ti, Judith, por ser la estrella que más brilla en el cielo, por enseñarnos tanto, por transmitirnos tanto con esa mirada tuya que se comía el mundo de una sola pasada, con esas ganas por vivir que no abandonaste ni en tu último segundo de vida, estoy segura...

Te quiero dar las gracias por haber existido, por haberme demostrado que los problemas no existen cuando lo que cuenta es seguir viviendo. Gracias por haberme sacado sonrisas siempre y por cada conversación, todas sabias y gratificantes.

Nunca te olvidaré Judito, cuídanos desde donde estés y cuidaos mucho Pablas y tu, que sé que estaréis disfrutando de nuevo de momentos compartidos, compartiendo también todos los momentos que desde aquí vivimos los que os echamos de menos, los que tenemos un trocito de nuestros corazones que lleva vuestro nombre, vuestras ganas por vivir.

Gracias. Hasta siempre amigos.

domingo, 18 de enero de 2009

Cita famosas sobre la vida...

- Nunca pienso en el futuro, ya llegará (Albert Heinstein)

- Ser feliz no es conseguir lo que deseas, es desear lo que tienes (Garth Brooks)

- Más grande que el amor a la libertad es el odio a quien te la quita (Anónimo )

- Por que contentarnos con vivir a rastras cundo sentimos el anhelo de volar (Hellen A. Keller)

- Los imposibles de hoy serán posibles mañana (Konstantin Tsiolkovsky)

- La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro,ni ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse (Jean Jacques Rousseau (1712-1778); escritor y filósofo francés)

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jueves, 18 de diciembre de 2008

La Musa de la Biblioteca

Aquí viene la "sorpresa", el viernes pasado me presenté a mi primer concurso literario... quería esperar a saber el resultado, pero me adelanto, ya os diré cuál ha sido... Espero que os guste...

"Cuentan las malas lenguas que la vieron vagar por las calles de Madrid tiempo atrás. La verdad, su verdad, era que desde que había perdido a su marido se encontraba sumergida en un estado de inconsciencia que no le permitía establecerse un futuro, ni siquiera un presente. Su rutina se basaba en permanecer en cama hasta bien entrada la tarde, debido en gran medida a la somnolencia provocada por el vacío instaurado en el lado derecho de la cama. Un vacío que no conseguiría llenar nunca. O eso era lo que pensaba por aquel entonces.

Cada día se repetía la misma historia, el mismo final. Despejarse de los malos sueños le costaba demasiado, aquellas pesadillas le dificultaban mucho el dormir, por miedo a verse al otro lado, en alguna parte, llorando su ausencia; o lo que era peor, verle a él, haciendo alguna de las actividades que solía hacer en vida. Ese mismo miedo era el que le hacía despertarse repetidas veces a lo largo de la noche para descubrir que lo que estaba viviendo no era más que un sueño; un sueño demasiado esperado.

Cuando por fin conseguía levantarse, se limitaba a engañar a su estómago con cualquier comida rápida que encontrase en la nevera. La verdad que ya ni siquiera dedicaba tiempo a cocinar; su marido se había llevado con él todas sus ilusiones, todas sus ganas de hacer cosas, incluso su paciencia para dedicar horas y horas innovando recetas. Ya no tenía sentido, pues ya no tenía a nadie a quien cocinar; él nunca más probaría sus recetas. Esa dejadez era la causa de su pérdida de peso; ya ni siquiera se miraba al espejo para comprobar su estado; ya no le importaba su aspecto, ni siquiera su salud.

Sólo había un motivo para salir a la calle a diario, y ese era el paseo revitalizador por el Madrid de los Austrias, por aquellas calles por las que solían pasear juntos, cogidos de la mano.

Aquel 26 de noviembre, aunque ella no lo sabía, marcaría un nuevo comienzo. Dos horas eran las que llevaba caminando por las calles de siempre, buscando recuerdos, encontrando sonrisas, desprendiendo alguna lágrima también. Sin embargo, había algo en el ambiente que la impedía volverse a casa. En un momento dado, pasó por delante de una pequeña tienda de libros de segunda mano y una imagen se le vino a la memoria.

Un día del invierno anterior, habían estado juntos en ese mismo lugar; su marido se había detenido ante aquel escaparate al descubrir un libro que le llamó la atención. “Mi musa. Mi vida”. Ella no entendía por qué su marido se había parado y menos aún por qué sonreía mientras miraba unos libros, así que le dio un pequeño tirón de brazo para que continuasen con su paseo. Pero de repente él le dijo: “¿Sabes? Tú siempre serás mi musa, pues eres mi vida”. Ella soltó una carcajada frente a la cursilería de su marido, la cual siempre le sorprendía.

Hasta ese mismo 26 de noviembre no había vuelto a recordar aquella escena, pero allí estaba, de nuevo, frente al mismo escaparate, esta vez sola y con nuevos títulos expuestos delante de ella. Su mirada fue pasando por todos los libros, hasta que se detuvo frente a uno de ellos. “A ti, mi princesa”. Aquel título le provocó un vuelco en su interior, pues de repente era como si su marido estuviese allí repitiendo esas mismas palabras, mientras sus rostros se reflejaban en aquel viejo escaparate. Inconscientemente entró en la tienda y compró el libro.

Desde aquella tarde algo en ella cambió. Al llegar a su casa fue directamente a mirarse en el espejo roto de su habitación y vio reflejado lo que se asemejaba más a un espectro que a una mujer. Sus ojeras y sus huesos estaban más marcados de lo que lo estaban la última vez que consiguió mirarse en él. Entonces volvió a acordarse de su marido, de lo enfadado que estaría con su musa por haberse dejado tanto; y eso le causó una angustia que le hizo reaccionar. Aquel mismo día decidió empezar a cuidarse de nuevo, volver a cocinar. También pensó que los libros se convertirían en una forma de estar más cerca de su marido, ya que eran ellos los que lograban inspirarle a él, pues la lectura siempre fue su mayor afición.

Así, una nueva rutina llegó a la vida de Eva. Poco a poco fue perdiendo el miedo a enfrentarse sola a la noche y a soñar con él, fue consiguiendo aprovechar más los días y dedicarse a la escritura; escribiría un libro dedicado a su marido, pues él era su fuerza e inspiración. A partir de ese día, sus visitas a la biblioteca fueron cada vez más frecuentes, y así fue cómo se convirtió en “La Musa de la Biblioteca”, sumergida entre letras, puntos y comas."
FIN

domingo, 14 de diciembre de 2008

perdones y noticias

Me gustaría pedir perdón a aquellas personas que quizá me visiten con cierta frecuencia esperando encontrar algo nuevo, alguna nueva palabra que le regale un atisbo de esperanza, de complicidad, o de frescura. Ya he dicho varias veces, creo, que en los últimos tiempos, meses o, incluso, años, he perdido esa capacidad de escribir casi a diario, esa inspiración. Aunque bueno, más bien, no creo que la haya perdido, seguramente sólo esté agazapada entre otros quéhaceres esperando que vuelva a contar con ella, pues la verdad es algo que me calma y que, a la vez, llena mis sentidos.

Cada vez que os leo a alguno de vosotros, que es más frecuente de lo quizá penseis, mis ganas de expresarme se ven reavivadas, pero muchas veces no encuentro las palabras adecuadas y mis ganas se quedan en eso, en un simple intento de decir algo.

Desde aquí os aviso que me he propuesto dar vida a las letras más a menudo, sorprenderme plasmando mis ideas en papel como antes hacía y sorprenderos a vosotros también con ellas...

[Pronto tendreis la primera sorpresa]