martes, 20 de mayo de 2008

recuperando la consciencia

hoy me levanté con ganas de cambiar la rutina de mis últimos días. el tiempo me ayudó a cambiarla, pues después de dos semanas de sol, volvía a amanecer lloviendo, obligándome a retomar costumbres que llevaba sin hacer dos meses.

decidí dejar aparcada la bici en la puerta de casa y coger el autobús. cogí un libro que llevaba mucho tiempo sin abrir, un libro que dejé a medias. me fuí a la parada impulsada por la inercia.

una vez en el autobús empecé a ser consciente de muchas cosas. me di cuenta de que era capaz de ir leyendo, sin mirar por el cristal, y saber perfectamente en qué punto del recorrido me encontraba. "ahora girará a la derecha"- me sorprendí diciendome interiormente. en ese momento dejé de leer, levanté la mirada y fui consciente de lo que había cambiado esta ciudad en estos casi diez meses.

todo ha cambiado interiormente, pues para mí ya no significan lo mismo las calles de este barrio que creía perdido cuando llegué en agosto del año pasado; ahora tienen un valor que nunca creí que llegarían a tener. pero también han cambiado mucho físicamente desde la última vez que las recorrí en autobús, pues aquí la primavera va con retraso y es ahora cuando soy consciente de lo verdes y frondosos que están los árboles, los cuales invaden las calles, impidiendo en ocasiones que el sol llegue al asfalto. sentí que el recorrido de esta mañana era como un recorrido por todo lo vivido durante este año por estos lugares, como si se tratase de una película vista a través de los cristales de un autobús turístico. y entonces me dio un ligero vuelco al descubrir que quizá esa era mi despedida, que quizá ese era mi último trayecto en autobús.

al salir del trabajo decidí hacer parte del trayecto de vuelta a casa andando, algo que llevaba sin hacer el mismo tiempo que el ir en autobús por las mañanas. volví a ser consciente, con cada paso, de lo que ha cambiado la ciudad en todo este tiempo; me sentí segura, pero a la vez en otro lugar diferente, pues de verdad que es increíble lo que puede cambiar esta ciudad del invierno al verano, de los días soleados, a los lluviosos y grises.

y en esas iba pensando cuando ocurrió el momento más dulce en mucho tiempo. según iba redescubriendo mi ciudad, porque la considero parte de mí, me adelantaba por mi izquierda una pareja de daneses (por el rubio de su pelo) montados en bici y cogidos de la mano. me pareció increíble como podían ir a esa velocidad, tan cerca el uno de otro, sin caerse. "Cómo se van a caer, se sujetan el uno al otro"- pensé después. continué andando siguiéndoles con la mirada, era tan bonito. entonces, de buenas a primeras, se despidieron, apenas sin bajarse de la bici, el chico siguió de frente, y ella prefirió girar a la izquiera. fue algo tan rápido, pero a la vez fue acompañado de un silencio tan dulce (porque si esta ciudad se caracteriza por algo es por el silencio y la calma que desprende) que cuando quise darme cuenta me encontré con la mirada de otra chica que sin duda alguna había visto lo mismo que yo. entonces nos sonreímos, felices por haber visto lo que habíamos visto, que no era otra cosa que una muestra del amor que somos capaces de desprender los humanos.

por fin llegué a la parada para coger el autobús que me llevaría de vuelta a casa, y entonces, al girar la cabeza, me encontré a mi vecino sonriéndome a lo lejos y con los brazos abiertos , y no pude evitar salir corriendo a abrazarle. como aquella pareja que minutos antes se había despedido.

finalmente, el día fue mejor de lo que pensaba cuándo decidí que hoy sería un día distinto. me alegro pues de haber tomado aquella decisión y haber cambiado la rutina. a veces viene bien hacerlo.

2 comentarios:

crispi de kelos dijo...

encantada de volver a leerte, echaba de menos tus palabars...


"El mundo es del color de los ojos del que lo mira..."


un abraZo fuerte*

Os-K-r dijo...

Yo no sabría qué hacer si me quitaran mis pequeñas rutinas.

Creo que estoy construido a base de ellas, como si cada parte de lo que me conforma diera como suma un castillo de naipes.

Demasiado débil, en ocasiones.

Un besazo. No sabes lo que me anima para escribir más un post como el tuyo..

ANIMOS! (en mayusculas, si)